Silvestre Ortiz: fuego, arroz y dignidad

Esta historia no empieza con un restaurante. Empieza con una caída. Con una cocina prestada. Con una cazuela de arroz que, a fuerza de constancia, terminó convirtiéndose en refugio, sustento y legado. Así cocina Silvestre Ortiz. Así nació Paella Los Girasoles.

Silvestre no siempre hizo paella. Tampoco soñaba con tianguis, ni con mariscos. En los noventa, tenía un arete en la ceja izquierda y esa mirada entre curiosa y retadora que uno solo ve en los que no se rinden fácil.

Lo conocí en la escuela Lancaster. Ninguno de los dos sabía que, décadas después, su historia se iba a cocinar en cazuelas gigantes, con arroz al centro y dignidad como condimento.

Tenemos más de 25 años de conocernos | Silvestre Ortíz me da una prueba de Los Girasoles

Silvestre hizo carrera. De traje y PowerPoint. Era de los que descifran organigramas y despachan métricas sin parpadear. Estaba en Thomson Reuters, bien trepado en la escalera corporativa. Hasta que lo bajaron. “Me liquidaron. Me dejaron morir solo”, dice. Sin drama. Como quien ya entendió que perderlo todo a veces es el único camino para recuperar algo que valga la pena.

La pausa fue dura. Pero algo se encendió. Desde la casa de su padre —el pintor Antonio Gritón, fallecido en diciembre de 2024— empezó de nuevo: cocinaba paellas de madrugada, las subía a un triciclo de tamalero y se lanzaba al tianguis más cercano. Preparar. Servir. Repetir.

Sin toldo. Sin logo. Sin presupuesto. Solo arroz, sazón y la certeza de que el sabor podía abrir puertas que el currículum no.

Así nació Paella Los Girasoles. Primero con conocidos. Luego, con los conocidos de esos conocidos. El tianguis del Monumento a la Madre fue su primer escenario. El marketing había muerto. Pero la comida—bien hecha, bien servida—seguía viva.

Ortíz nos muestra los ingredientes para una paella mixta

Antes de la pandemia, ya estaba en 40 tianguis. Era informal, sí. Pero sólido. Y cuando el encierro frenó al mundo, Silvestre aceleró. Se montó a las apps, despachó por WhatsApp, metió cámaras de congelación. De 300 kilos semanales pasó a cuatro toneladas. Sin fuegos artificiales. A puro trabajo.

Su paella no es para foodies que pesan el azafrán como si fuera oro. Ni para chefs de tweezers y microverdes. Es para quien quiere comer bien. De verdad. Arroz en su punto. Mariscos que no son adorno. Porciones que alcanzan. Sabor que reconforta. Precio sensato. Sin pretensiones. Sin postureo. Solo comida. Y buena.

No estudió cocina. Aprendió en Pamplona, con la pierna rota, en casa de su abuela española. Ella le enseñó a escuchar el hervor, a entender el arroz como un lenguaje, no como un trámite. Lo demás, lo aprendió cocinando. Y resistiendo.

Los Girasoles no es una marca: es un testimonio. Es la historia de una fractura, una olla, un triciclo y un montón de ganas. Es también un homenaje: a la abuela, al padre, a los días sin un peso. A los primeros que creyeron.

Hoy, Silvestre tiene una operación seria: bodega seca, cámara de congelación, certificaciones de inocuidad y distintivo Global Markets. El arroz llega de Chile. Los camarones, de Sinaloa. Los vegetales, del campo mexicano. Nada raro. Solo cuidado.

Sirven paella tradicional, negra, mixta, de mariscos. Hacen eventos desde 40 personas. Entregan por app y en su local de la colonia San Rafael. Y sí: Paella Los Girasoles es hoy una de las cocinas de paella más grandes del país. Pero eso no es lo que importa. Lo que importa es que en cada cazuela hay algo más que arroz. Hay caída y renacimiento. Hay memoria. Hay resistencia. Y un fuego que no se apaga.

Aprendió en Pamplona pero la tropicalizó para el gusto de México

Silvestre no se dice chef. Y está bien. Lo suyo no es un título. Es un trayecto. Cocinó para no caerse. Vendió para no rendirse. Y hoy, sirve para compartir lo que aprendió: que cuando todo se rompe, siempre se puede volver a empezar.

Con fuego. Con arroz. Y con dignidad.

Los Girasoles vende desde órdenes individuales hasta eventos masivos.

🥘 FICHA DE ANTOJO

Nombre: Paella Los Girasoles

Cocina: Española-casera / Paellas

Lo imperdible: Paella de mariscos y paella negra

Ubicación principal: Guillermo Prieto 115, Colonia San Rafael, Cuauhtémoc, CDMX

Servicio:

  • Entregas a domicilio por app
  • Eventos desde 40 personas
  • Punto de venta en la San Rafael

Horario: Consulta por WhatsApp o redes (varía según servicio)

Rango de precio: $150 – $200 por porción generosa

Dato sabroso: La receta nació en un triciclo de tamalero, pero hoy se cocina con estándares internacionales. Aquí no hay lujos, pero sí respeto por el arroz.

Ideal para: Quienes quieren comer paella sin pretensiones, pero con todo el sabor.

Aceptan pago con tarjeta: Sí

Pet friendly: En eventos privados, según locación

Redes: Instagram: @paella.losgirasoles

WhatsApp: +52 55 3054 7705

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